Los restos siempre se han quemado, salvo en épocas y zonas de especial riesgo de incendios forestales, in situ. Aún con cuidado el riesgo es permanante con la quema que no es recomendable salvo por el ahorro que supone para el propietario del monte, bosque o cultivo.
En el sistema propuesto se transforman los restos vegetales en cilindros compactados de sus propias astillas o derivados de triturado. Esto garantiza una combustión más controlada, menos presencia de aire en la misma -disminuye la emisión de gas de efecto invernadero a la atmósfera-, un mayor ahorro de espacio disminuyendo el diferencial estéreo/metro cúbico de material, y permite un óptimo almacenamiento, así como el diseño de tolbas y silos de alimentación para las calderas.
Los cilindros compactados mayores -del tamaño de la mano aproximadamente- se llaman briquetas y son ya usadas hace tiempo para calor de viviendas unifamiliares como combustible de chimenea. Los cilindros macizos usados por calderas mayores e industriales son los peletes -d-. De una transformación algo más costosa, presentan un mejor rendimiento al dejar menos huecos de aire entre ellos y ocupar más espacio con material real en las tolbas y silos de alimentación de las calderas de consumo.
El poder calorífico de los peletes puede llegar a las 4200 Kcal/h. Su densidad energética alcanzar los 3300 kWh/m3. Y densidad 600-700 Kg./m3. Las calderas de peletes tiene un rendimiento superior al 85%.
El tamaño de los pellets oscila entre los 6 y 9 mm de diámetro y los 5 a 25 mm de longitud. El precio es de unos 200 €/tm. La cantidad de propano para abastecimiento de una caldera que genere la misma cantidad de energía tendría un coste aproximado de 300 €.
La maquina que hace los peletes se llama peletizadora, astilla y compacta los restos con forma cilíndrica y el tamaño seleccionado para cada caldera. Los sitemas de caldera se componen de depósito, alimentador, quemador y la caldera propiamente dicha.